¿Pikachu como mascota de las olimpiadas?, ¿una skin del Coronel Kentucky en Fall Guys? ¿Sonic formando parte de una película de Disney? La evolución de los videojuegos en los últimos cuarenta años los ha convertido en un elemento clave de la cultura mundial.
Si bien la transformación del mundo del gaming en términos de formato ha sido menos dramática que el paso del cine mudo a los coloridos y estridentes filmes que podemos encontrar hoy en salas 3D, los videojuegos de mañana serán muy diferentes a como los conocemos. Así que, si piensas convertirte en jugador de e-Sports, desarrollador de videojuegos o por lo menos mantenerte al día en cuanto a los títulos más recientes, es hora de poner atención.
Te queremos dentro del juego.
Difícilmente vestirías un uniforme blanco y una raqueta para jugar Pong. El corazón del gaming está en crear experiencias que trasladen a los usuarios a un mundo distinto, ya sea que aterrices en Hyrule o Bowerstone, el viaje termina cuando miras más allá de la pantalla u oprimes el botón de off.
La frontera entre el juego y la realidad está presente todo el tiempo: estás sentado en una silla y no enfundado en tu armadura de brujo mientras cabalgas a Roach, ¿cómo podemos hacer que lo real y lo virtual converjan? Juegos como Pokemon Go han aprovechado las tecnologías de Realidad Aumentada (AR) para disminuir esta brecha y llevar los elementos del juego a lo cotidiano, mientras que títulos como No Man’s Sky trasladan al gamer a un nuevo universo gracias a la Realidad Virtual (VR).
Conforme las innovaciones en VR/AR maduren, comenzaremos a ver más apuestas por estas soluciones. En el segmento de PC gaming también podemos encontrar productos y periféricos que incentivan esa sensación de aislamiento del mundo tangible, desde audífonos con cancelación de ruido hasta pantallas curvas que buscan generar esa sensación de inmersión para los jugadores.
Esta tendencia se reflejará a escala multiplataforma, requiriendo gráficos más definidos que te hagan sentir dentro del juego, buscando crear la experiencia lo más realista posible, para lo que se necesitará mayor poder de procesamiento por parte de los sistemas, tanto para el desarrollo de los títulos como para su ejecución.
Todos somos Luigi.
Atrás quedó el reinado del Player One, con el boom de la conectividad, las partidas multijugador alcanzaron un nuevo nivel. Inicias Fortnite y puedes estar jugando con una mujer taiwanesa, un niño brasileño o un adolescente ruso, ya sea en una partida competitiva, haciendo equipo para salvar al mundo o paseando juntos en el modo creativo.
Para habilitar partidas fluidas, la capacidad de red juega un papel fundamental, pero también interviene el peso de los archivos que se están transfiriendo. Esto ha llevado a que se popularicen juegos con elementos visuales aparentemente sencillos, donde se prioriza la comunicación eficiente por encima de la calidad de imagen, como Among Us.
Tal dinámica también la hemos visto en otros títulos populares, como Minecraft, donde utilizando gráficos que se asemejan a la visualización de 8 bits se empodera al usuario para crear su propio mundo y compartirlo con otros, en lugar de sumergirse en el de alguien más.
Podemos esperar dos escenarios: la migración a gráficos más sofisticados conforme se modernice la infraestructura de red, o la masificación de títulos “casuales” (en muchos casos de estudios independientes) en los que la colaboración sea la piedra angular de su jugabilidad.
Lo que quieras, cuando quieras.
¿Guerra de exclusivas? Ya no más. La industria del gaming está dando la vuelta a los grandes lanzamientos de estudios y sistemas para dar paso a la siguiente era: gaming as a service. Con la llegada de servicios on-demand como Amazon Luna, Google Arcadia o Xbox Game Pass, los usuarios tendrán acceso a una amplia biblioteca de títulos bajo un modelo de pago por uso, emulando el efecto Netflix.
Esto implicaría también un ajuste sustancial para los estudios de desarrollo. En un esquema donde el volumen es un diferenciador, las plataformas tendrán que formar una relación más cercana con los creadores e inyectar una buena cantidad de capital para contar con una fuente constante de títulos.
Con esto, también se haría cada vez más borrosa la línea entre plataformas, lo que empujaría igualmente una homologación tecnológica entre PC y consolas que implicaría un reto bastante grande para mantener a los dispositivos móviles en la contienda.
La industria de los videojuegos se ha establecido como un punto medio entre entretenimiento y tecnología, aprovechando en gran medida los avances de esta última para ofrecer experiencias cada vez más avanzadas que conecten al usuario con otras personas y les permitan también explorar otras realidades.
Hoy más que nunca, las personas tienen el poder sobre el contenido que consumen y la forma en que lo hacen, y el mundo del gaming no es la excepción. Los títulos pasaron de ser animaciones interactivas a universos colaborativos completos, pero ¿qué sigue? Es importante mirar hacia adelante, donde dentro de todas las cosas que están transformando el mundo de los videojuegos, el papel del usuario como creador está tomando su lugar como una de las más importantes.
Conforme los títulos y la jugabilidad evolucionen, los motores gráficos y de procesamiento informático que impulsan los sistemas de gaming, ya sea en consolas, PC o móviles, también tendrán que dar un salto sustancial para atender las demandas de los jugadores y mantener la innovación y frescura que han hecho de los juegos un elemento memorable.